viernes, 2 de octubre de 2009

Carbón: combustible para el cambio climático


El yacimiento carbonífero de Río Turbio tuvo un rol clave durante las décadas del 40 y 50 cuando Argentina debió sustituir el carbón que hasta ese entonces se importaba de Inglaterra. En ese entonces la oferta energética en el país era fuertemente dependiente de ese combustible. Superada esa coyuntura y con la expansión de nuevas fuentes energéticas durante los 60 y 70, el yacimiento de Río Turbio comenzó a declinar.

Desde entonces, el yacimiento no ha salido de una situación de crisis. El bajo poder calórico del carbón de Río Turbio no le permitió competir con las nuevas ofertas energéticas que se expandían en la Argentina.

Durante el periodo de auge del yacimiento de Río Turbio se construyó la central San Nicolás para funcionar en base a diferentes combustibles, entre ellos el carbón. Su primer equipamiento es de 1953 y fue ampliado en 1976.

En la actualidad, si bien el carbón sigue ocupando una porción muy importante en la generación de electricidad en muchas partes del mundo, es el combustible prioritario a ser reemplazado por otras fuentes de energía. La razón fundamental es la urgente necesidad de reducir las emisiones de gases que provocan el fenómeno del calentamiento global.

Este informe procura mostrar que la propuesta del gobierno nacional y provincial de relanzar la actividad carbonífera no tiene sustento alguno, ya que Argentina dispone de otras fuentes convencionales y fuentes renovables que hacen innecesario volcarse a un combustible que tiene baja eficiencia y que tiene un enorme impacto ambiental.

Greenpeace sostiene que la participación del carbón en la matriz energética argentina (0,5%) debe sostenerse a los actuales niveles y comenzar a ser progresivamente utilizado en equipos CHP (generación de electricidad y calor para usos industriales) hasta llegar a su completo abandono pasado el año 2030. Este sendero necesario del carbón responde a la urgencia para adecuar la actual matriz energética a los niveles de emisión de gases de efecto invernadero que el país debería alcanzar para el año 2050.

Greenpeace desarrolló este año un escenario energético hasta el 2050, denominado [r]evolución energética, cuyo objetivo es mostrar cómo es posible construir un futuro energético sustentable para la Argentina. Uno de sus objetivos es exponer las políticas que cada país, en este caso Argentina, deberá adoptar si queremos sostener el cambio climático en niveles “tolerables”, respetando el principio de las responsabilidades comunes aunque diferenciadas entre los distintos países y regiones.

Explotar las enormes posibilidades en materia de eficiencia energética y la abundancia de fuentes de energías renovables que Argentina posee, permiten pensar en una transición, relativamente sencilla, de los combustibles fósiles (hoy, el 90% de la energía) a una economía basada en energías renovables. Pero hacerlo requiere de voluntad política y de no tomar ahora decisiones equivocadas. La Central Térmica de Río Turbio es una de ellas.

Es perfectamente posible colocar a la Patagonia como proveedora de energía a escala nacional, al mismo tiempo que potenciar su desarrollo económico y social, en base a recursos renovables, siendo estas además, opciones energéticas en base a tecnologías fácilmente asimilables por nuestra industria local y con un impacto positivo en el empleo muy superior a la industria del carbón.

Para bajar el informe completo:

http://www.greenpeace.org/raw/content/argentina/cambio-climatico/informe-carbon-rioturbio.pdf

jueves, 1 de octubre de 2009

El carbón en el futuro energético de Argentina

La presentación realizada por el Secretario de Energía de la Nación, Daniel Cameron, en septiembre de 2009, explicita los planes a futuro de la expansión del carbón como fuente energética:

Dada la fuerte
dependencia del gas natural que presenta al día de hoy la matriz energética Argentina en general y la generación eléctrica en particular, en el futuro el país deberá realizar un gran esfuerzo por diversificar su matriz energética para quitarle presión del sector eléctrico sobre las reservas de gas natural que al día de hoy es de 10,5 años aproximadamente.

Se analiza la instalación hacia el 2025:
4.750 MW de origen nuclear,
3.440 MW de origen en carbón,
9.700 MW de origen hidroeléctrico
3.500 MW de energías renovables (principalmente eólico).
7630 MW Térmico Gas Liquido
29.020 MW nuevos (Escenario Estructural).
2000 MW que estan en duda si serán Nuclear o Carbón en función de los costos que implican en la centrales de carbón la captura de CO2
6.000 MW adicionales en el caso del Escenario Tendencial (sin políticas de URE)

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Si podemos cumplir con estas metas, irán disminuyendo paulatinamente el consumo de combustibles líquidos en generación y el gas natural irá perdiendo importancia relativa frente al total de la energía generada.

Hacia el año 2020, con el ingreso de Corpus, otras centrales nucleares de envergadura y más centrales a base de carbón, los volúmenes de combustibles líquidos serán manejables, tanto en volumen como en lo económico, y la generación eléctrica no dependerá tanto del gas natural (que probablemente sea caro por ser GNL).


Presentación Daniel Cameron

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