lunes, 26 de julio de 2010

El mundo y su insaciable hambre de carbón


Por Frank Domen, Alexander Jung y Wieland Wagner

El carbón experimenta un fenomenal retorno. La demanda ha crecido considerablemente, haciéndolo la segunda fuente más importante de energía en el mundo, detrás del petróleo. Mils de millones de personas dependen de él para su suministro eléctrico. Expertos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) creen que la demanda crecerá en las próximas dos décadas más que la de cualquier otra fuente de energía, excepto la eólica y solar, de las actuales 6,7 mil millones de toneladas anuales ha subido a casi 10 mil millones de toneladas en 2030. China e India son responsables de este boom; ambos representan ya más del doble de la demanda global.

Según la AIE, estos países habrán más que duplicado su consumo de carbón para 2030. El carbón les brinda electricidad y la electricidad es el elixir del progreso y la prosperidad. En China entra en servicio una nueva planta eléctrica a carbón cada semana. El carbón impulsa máquinas, ilumina departamentos y casas, calienta estufas y mueve trenes. La materia prima que permitió la industrialización en el siglo XIX aún es esencial en el siglo XXI. La sucia verdad es que el futuro del abastecimiento mundial de energía es negro. Dadas las alternativas, ¿qué otra cosa puede ser?

ABUNDANTE Y BARATO

Mucha gente siente que la energía nuclear es demasiado peligrosa. El petróleo crudo se hace más difícil y caro de producir. El gas natural crea dependencia de proveedores temperamentales. Y las energías solar, eólica y del agua no están aún desarrolladas para suministrar un gran porcentaje del suministro energético.

Lo que nos deja con el ya conocido carbón. Ningún otro combustible fósil está disponible en tan grandes cantidades; las actuales reservas durarán por generaciones. Ningún combustible fósil es tan comparativamente barato. Sólo cuesta unos seis centavos de dólar generar un kilowatt/hora de electricidad a partir del carbón, comparado con cerca de 40 centavos de dólar para la energía solar. Y ninguno está tan ampliamente distribuido. Todos los continentes tienen reservas adecuadas y, a diferencia del petróleo, la mayoría se encuentran en regiones relativamente seguras en términos geopolíticos, como Norteamérica, Europa y Australia.

Pero ninguna otra materia prima es tan devastadora para el medio ambiente. El carbón es el peor asesino del clima en la historia de la humanidad. Se emite casi un kilo de dióxido de carbono para generar un kilowatt/hora de electricidad a partir de carbón negro y las emisiones basadas en lignito son incluso más altas. Como comparación, una planta eléctrica a gas emite unos 350 gramos de CO2 por kilowatt/hora, mientras que la energía nuclear es responsable por sólo 30 gramos. En otras palabras, no es la geología la que define los límites del crecimiento. En cambio, preocupaciones medioambientales generan dudas sobre la viabilidad futura del combustible.

“El carbón es el problema medioambiental del siglo 21”, dice el especialista Tomar Edenhofer. A menos, por supuesto, que podamos encontrar una manera de usar este fuente energética sin destruir el medio ambiente. ¿Es siquiera concebible algo como carbón limpio?

UNA BRECHA ENERGÉTICA

En muchas partes, las compañías energéticas quieren modernizar viejas plantas eléctricas a lignito o construir plantas nuevas a carbón. Los opositores a esos esquemas están protestando y han sido exitosos. La industria ya está llamando la atención respecto de una potencial brecha en la oferta de electricidad si se siguen torpeando nuevos proyectos. La Agencia de Energía alemana estima que para 2020 al país le harán falta unos 13 mil megawatts en capacidad de generación eléctrica, lo que corresponde a cerca de 10 grandes plantas de carbón. Los críticos del carbón replican que la supuesta brecha es una invención de la industria.

Contrariamente al lignito, el carbón negro desempeña hoy un rol secundario en las plantas alemanas. Están comprando cada vez más material en el extranjero, sobre todo en Rusia, pero también en Colombia, que ya es el cuarto exportador mundial de carbón, y en Australia. Compañías mineras como BHP Billiton, Río Tinto, Xstrata y Peabody Energy compiten entre ellas por licencias para extraer carbón en las mejores áreas de producción. Están repartidas por todo el planeta, por ejemplo en el valle Hunter de Australia, en la cuenca del río Powder de Wyoming, Estados Unidos, y en la costa oriental de Kalimantan, una de las dos principales islas de Indonesia. En estos lugares el carbón parece accesible, su extracción es barata y los costos salariales suelen ser bajos. En todo caso, sólo una de cada siete toneladas de carbón ingresa al comercio global. Los más grandes países productores necesitan la mayoría para sí mismos. En China, particularmente, la industria del carbón está en pleno auge.

UNA DURA REALIDAD

En la provincia de Shanxi, en el norte de China, un tren tras otro se dirige cargado de carbón hacia el puerto de Qinhuangdao, en la costa oriental del país. Una fila de camiones se desplaza por la autopista que corre junto a la línea ferroviaria. La región de Shanxi es uno de los yacimientos carboníferos más importantes del país. Durante el día se parece a un bar lleno de humo de cigarrillos. Aquí hay en operación unas mil 500 minas, operadas por miles de trabajadores, que trabajan por turnos.

En diciembre, murieron doce mineros en una explosión en una mina cerca de Jiexiu. Las condiciones se seguridad son mínimas y los trabajadores ganan el equivalente de 169 dólares al mes por sus agotadoras labores. Los accidentes son habituales. En 2008 murieron 3 mil 215 trabajadores en accidentes. Rara vez los intentos de rescate son tan exitosos como la espectacular operación de comienzos de abril donde salieron vivos 115 personas de la mina de Wangjialing después de haber estado atrapadas por ocho días. Pero no es sólo en China donde esta minería es un asunto peligroso, como lo describió Greenpeace en un informe de 2008 titulado El verdadero costo del carbón.

En Kentucky, por ejemplo, las compañías mineras vuelan cimas completas de montañas para llegar al carbón. En Sudáfrica, el agua acidificada de las minas abandonadas contamina ríos. Y en Colombia, las compañías mineras desplazan a familias para ampliar la mina de Cerrejón, la mayor a tajo abierto del mundo. Según cálculos de Greenpeace, este negocio genera anualmente 360 mil millones de euros en daños. Los ambientalistas advierten que si la humanidad sigue por su rumbo actual, las emisiones de CO2 a partir de carbón aumentarán en 60% para 2030.

Dadas estas consecuencias, ¿puede el mundo siquiera permitirse continuar en su dependencia de la electricidad generada por carbón?

EL FUTURO DEL CARBÓN

En el mundo (en especial en Alemania) se desarrollan nuevas tecnologías que buscan disminuir el impacto ambiental de las plantas a carbón. Pero Lord Nicholas Stern no ve alternativas previsibles. El economista británico, que causó revuelo hace cuatro años con su informe sobre los costos del cambio climático, diseñó un escenario respecto de cómo podría verse la mezcla energética global en el futuro. Según éste, el carbón será clave en la mezcla, y por muchos años… porque no hay otra opción.

Stern explica que, incluso si los pronósticos más optimistas se hicieran realidad y el mundo pudiera satisfacer la mitad de sus necesidades energéticas con fuentes renovables, seguirían necesitándose masivas cantidades de combustibles fósiles. Cree que la industria, si espera lograr las metas mundiales, debe hacer todo lo posible por reducir las emisiones de CO2. La era del carbón está lejos de haber terminado. Hasta que el agua, el viento y el sol puedan suministrar suficiente electricidad, el carbón “limpio” podría desempeñar al menos un papel como parte de una transición a tecnologías renovables. Por supuesto, Stern no se hace ilusiones sobre la cantidad de tiempo que tomará antes de que se pueda llegar a un futuro de bajo carbono. “Será un puente muy largo”, dijo.

* DER SPIEGEL DERECHOS EXCLUSIVOS PARA LA NACIÓN

http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20100723/pags/20100723195621.html

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